Especialista en danzas orientales, se
interesó sobre todo por las danzas africanas, árabes e indias, que reinterpretó
a su modo, investigando en todo tipo de bibliotecas; en cierto sentido llevó
la antropología a la danza; su versatilidad como bailarina
quedó sin embargo probada a lo largo de su vida. Su primera aparición pública
fue en 1908 en el Gaity Theatre de Londres como
parte del espectáculo Habana.
Lo consiguió de sobra.
Triunfó en París como 'La bella Valencia', actuó en el Folies Bergère, en
Núrenberg, en Copenhague, en Grecia, en Turquía, en Rusia y la India. No fue
hasta 1911 que debutó en Madrid en el Teatro Romea, en un estreno en el que fue
ovacionada por intelectuales de la época como Emilia Pardo Bazán (quien dijo de
ella que era "la nueva Salomé"), Pío Baroja, Valle-Inclán, Gregorio
Marañón, Jacinto Benavente o Pérez de Ayala, entre muchos otros.
A partir de ese momento, consiguió un indiscutido estatus de
estrella, con giras multitudinarias por Latinoamérica, actuaciones en Nueva
York, incursiones en el cine y hasta la extrema popularidad que le dio dar
rostro al producto estrella de la casa Myrurgia, la línea de cosmética Maja,
para la que fue retratada por Zuloaga. Rubén Darío, por su parte, la inmortalizó
como "la bailarina de los pies desnudos."
Defensora de la autonomía femenina y enemiga de cualquier límite
que se le quisiera poner a la mujer (fue una ferviente activista en contra del
corsé, al que calificó de "cárcel de los encantos femeninos"),
abandonó la danza en 1930 (con una última actuación en Guayaquil) para
convertirse en una destacada coleccionista de arte, con un especial interés por
el precolombino, del que logró reunir una sobresaliente colección. Como prueba
de que era ajena a cualquier comportamiento estereotipado, llegó a donar una
cruz de esmeraldas, topacios, zafiros y diamantes al tesoro de la Catedral de
Barcelona con motivo del Congreso Eucarístico de 1952.
Su independencia y
vida desenvuelta fue sentida como una amenaza para los valores tradicionales de
la sociedad española. Fue una pionera de la liberación de la mujer, como
Isadora Duncan,
Virginia Woolf o
Sarah Bernhardt.
Era budista y vegetariana, fue morfinómana y abogó por la abolición del corsé
que impedía el libre movimiento femenino. Aunque tuvo numerosos amantes
masculinos, sobre todo intelectuales, vivió la mayor parte de su vida con una
mujer,
Ángeles Magret Vilá, a la
que adoptó como hija para guardar las apariencias. Quizá por ello defendió a
capa y espada su intimidad y se destila de sus orígenes cierto misterio.
Su contribución al
arte de la danza consistió en una sensibilidad y orientación estética que
ponían de manifiesto la sensualidad del cuerpo. La danza moderna, calificada
entonces de irreverente por natural, respondía a sus ideales modernistas empapados
de filosofías orientales.
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