Este mes con motivo de Halloween, queremos homenajear a distintas mujeres que fueron injustamente condenadas por sus conocimientos y actos. Las llamaron brujas y este término lo utilizamos hoy en día de forma despectiva o insulto.
Las brujas
fueron las transgresoras de su época, las que se atrevieron a desafiar las
reglas y buscar soluciones a problemas cotidianos por otro tipo de vías.
Las brujas no eran personas malas y feas, como
las ha descrito la literatura universal, sino mujeres generadoras de un
conocimiento específico. En el medievo, cuando predominaba un modelo social
masculino, el saber de las brujas fue considerado amenazante, por lo que fue
perseguido y destruido junto con ellas en las hogueras.
Mientras los hombres salían a cazar, las mujeres aprendieron,
primero, a elegir, de entre lo que la naturaleza les ofrecía, los alimentos
aptos de los que no lo eran. Más tarde, aprenderían que eran capaces de
"dominar" este proceso de algún modo y hacían crecer alimentos por sí
mismas. Esto requería una mayor observación de la tierra, de los fenómenos naturales, del clima, las estaciones, un mayor contacto con su entorno y evidentemente, esto las hacia sabias hasta el punto de que muchas estudiaban en secreto, aprendían a escribir y desarrollaban una inteligencia por encima de otras mujeres más sometidas.
Eran parteras, alquimistas, perfumistas, nodrizas
o cocineras que tenían conocimiento en campos como la anatomía, la botánica, la
sexualidad, el amor o la reproducción, y que prestaban un importante servicio a
la comunidad. Conocían mucho de plantas, animales y minerales, y creaban
recetas para curar, lo cual fue interpretado por los grupos dominantes del
medievo como un poder del Diablo.
Las brujas fueron mujeres con conocimientos
específicos en alquimia, con lo que elaboraban recetas de perfumería y
cosmética. Desarrollaron técnicas de destilación, extracción y sublimación. No
eran personas feas ni malas, más bien fueron estereotipadas.
Fueron muchas las mujeres acusadas por los
procesos inquisitoriales por hechicería en Toledo. Ahí van pequeñas reseñas de alguna
de ellas.
Leonor
Barganza, que tenía bastante gran fama por sus conjuros para “desligar”, y fue
precisamente esa fama, las envidias y los encontronazos con los vecinos lo que
propició su arresto, el hecho de que fuese judía tampoco la ayudó mucho.
También fue detenida en aquellas fechas Catalina Tapia, directa competidora de Leonor.
Mencía Chacón, sabía hacer conjuros para atraer amantes. Catalina Rodríguez y Juana Hernández, dedicadas a practicar conjuros, casi siempre relacionados con el amor.
La que era considerada mejor hechicera de Toledo es Inés del Pozo, que “recibía de forma habitual numerosas visitas de hombres
en su casa para que les devolviese la virilidad que les había sido arrebatada
por las otras hechiceras toledanas…
Ana de la Cruz era otra bruja
experta en la búsqueda de desaparecidos en los conjuros relacionados con el
amor, y en su casa se hallaron diferentes mejunjes para sus actividades como la
valeriana.

En todo esto
no había nada de mágico ni sobrenatural, pero a veces pesa más y queda más
bonita la leyenda y la superstición, que es lo que hace más fascinante a la
figura de las brujas. De un modo u otro, a pesar de que no hubiera nada de
magia en ellas, eran auténticas maestras que dominaban diferentes ciencias sin
ellas saberlo.
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