Angela Isadora Duncan, conocida como Isadora Duncan (San Francisco, 27 de mayo de 1877 - Niza, 14 de septiembre de 1927) fue una bailarina y coreógrafa estadounidense, considerada como la creadora de la danza moderna.
Isadora era una niña solitaria y retraída que
solía jugar en la playa mientras observaba el mar. Su fascinación por el
movimiento de las olas sería el germen de su arte. Imaginaba los movimientos de
manos y pies que acompañaban a las olas de la bahía de San Francisco, y que
serían el origen de su peculiar estilo en la Danza.
La influencia del mar y sus
juegos infantiles se recogen en su Autobiografía, publicada en 1927. Según sus
palabras, “Nací a la orilla del mar: Mi
primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de
las olas... " .
A los 10 años comenzó a
dar clases de danza junto a su hermana a otros niños y niñas del barrio para,
de este modo, ayudar a su madre a mantener a la familia.
Estudió danza clásica pero su forma de bailar se alejaba mucho de los cánones
establecidos. Los movimientos le parecían antinaturales y rígidos, las
zapatillas apretadas y los tutús y los moños la incomodaban
Su primer
debut profesional fue en 1899 en Chicago, al que le siguieron giras por Europa
y Estados Unidos. Daba recitales de danza y estableció escuelas cerca de Berlín
(1904), París (1914) y Moscú (1921). El baile de Duncan se caracterizaba por
movimientos libres y fluidos enmarcados en la máxima expresión emocional
interna. Isadora estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino
su esencia, su alma, su interior.
Era amante de los cánones de belleza de la antigua Grecia, de tal
modo que en sus actuaciones se vestía con una túnica transparente, con los
pies, brazos y piernas desnudos, y con su largo cabello suelto. A pesar de que
los críticos no soportaban ver a una mujer irreverente que bailaba descalza,
con una túnica y sin maquillaje, admitían que en su danza había un arte
original y apasionado.
Su estilo de danza era completamente nuevo y rompía con la rigidez
del ballet clásico, además de utilizar música de concierto, que originalmente
no había sido compuesta para ser bailada. Debido a su rechazo por las técnicas
formales y a la utilización de los movimientos naturales, la danza de Duncan
parecía una constante improvisación. A través de la ejecución de su baile
suscitó en el coreógrafo ruso Mijáil Fokine, una enorme influencia en el ballet
del siglo XX, así como a coreógrafos estadounidenses como Ruth St Denis y Ted
Shawn. La escuela pronto se extendió y fundó compañías de danza en varios
países europeas, incluyendo Alemania, Francia y Rusia.
Para ella el baile era una
prolongación de los movimientos
naturales del cuerpo, que por si mismo ya eran hermosos.
Isadora Duncan tuvo una vida personal tan
poco convencional como su
arte, y vivió siempre al margen de la moral y las costumbres tradicionales.
Murió en un accidente de automóvil en Niza, estrangulada por el
largo pañuelo que llevaba
alrededor de su cuello, cuando se enredó en la llanta del automóvil en el que viajaba.
Su arte fue clasificado
por los críticos de la época como un soplo de aire fresco, una imagen de
belleza, alegría y abandono.
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